Una contestación a cada oración

por

Kenneth V. Ryland

 

¿Cuántas veces ha declarado usted, "Dios simplemente no oye mis oraciones"? Si usted se cuenta entre los muchos cristianos que oran con los dedos cruzados, "esperando en la esperanza" que Dios le oiga, ¿no le gustaría saber a cienca cierta que Dios le oirá cada vez que ore?

Cuando se piensa en lo que significa ser cristiano, la idea de no recibir contestaciones a las oraciones parece ser contraria a toda premisa del cristianismo. Un cristiano que no puede comunicarse con Dios es como la lluvia sin agua. ¿Cómo es que hemos llegado al punto en que los cristianos se han distado tanto de Dios que no están ciertos de prácticamente nada? Su práctica del cristianismo se trata como una póliza de seguro contra el juicio de Dios y el lago de fuego. (A fin de cuentas, es mejor estar en el lado del vencedor que el del vencido.)

Pero, ¿cómo vamos a juzgar la declaración de Jesús que El vino para que tengamos vida y que la tengamos en abundancia? (Juan 10:10) ¿Cómo es que Dios nos puede dar la vida abundante si hasta no podemos hablar con El, ni tenemos ninguna idea de cuando El está tratando de hablar con nosotros? Nunca fue el plan de Dios que su vida en Cristo esté en esta condición.

El meollo de la oración es la comunicación íntima, y Dios siempre ha tenido la intención de que usted goce de esta clase de comunicación íntima y personal con El. La deplorable condición actual de las vidas de muchos cristianos no resulta de las acciones de Dios, y tampoco le gusta. Si usted quiere lograr una relación íntima con Dios que no ha experimentado antes o que ha "perdido" en el camino de la vida, hay varias cosas que usted necesita examinar y hacer para que cada una de sus peticiones se conviertan en una oración contestada.

A saber la voluntad de Dios

Ante todo tenemos que aceptar lo obvio: A veces la contestación de Dios es "no". Otras veces nos contesta, "Espera y te contestaré más tarde." De manera que cuando usted cree que Dios no le está oyendo, puede ser que no le esté dando la contestación que usted quiere oir.

El esperar y practicar la virtud de paciencia no es fácil, especialmente en nuestra cultura en que la gratificación instantánea es el modo de vivir. El intento de Dios a enseñarnos la paciencia nos parece fuera de moda según nuestro estilo de vivir. No obstante, nos debe de estar claro que nuestro Padre Celestial no se interesa mucho por sostener nuestra moda rápida de vivir. Se interesa mucho más por asegurarse de que usted esté equipado con las virtudes que durarán por una eternidad. El es un padre, su padre, y como padre cualquiera, su preocupación principal es la calidad final de su vida. Por eso, cuando usted ore, tenga en cuenta que sus peticiones tendrán que conformarse con el objetivo que tiene El en ser su padre. De otra manera, no espere recibir una respuesta favorable. El no le dará nada que impida que usted pase la eternidad con El y Jesucristo en su reino. Esta es otra manera de decir, "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandaremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandaremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado" (1 Juan 5:14, 15).

Hacer nuestras peticiones según su voluntad, en vez de la nuestra, es una de las claves más importantes en determinar la naturaleza de la contestación que recibiremos de nuestro Padre Celestial. Dios trata con nosotros de la misma manera que nosotros tratamos con nuestros hijos. Si mi hijo de nueve años me pide llevarlo a una película pornográfica o a un bar, la única respuesta que él puede esperar recibir de mí es "no". Permitir a mi hijo ver unas escenas tórridas de dos amantes en su recámara en la pantalla o pasar sus horas libres en un bar serán siempre contrarios a mi voluntad. Darle tal permiso le haría mucho mal, si lo entiende o no. Hay ciertas cosas que no valen la pena pedirme porque serán siempre contrarias a mi voluntad y su bienestar. Usted tiene que saber lo que está dentro de los límites de su voluntad antes de llevar sus peticiones a Dios. De otra manera, estará perdiendo sus palabras y mucho sueño por una cosa que nunca recibirá.

Pero, algunos dirán, "Es tan difícil saber la voluntad to Dios. ¿Cómo puedo estar cierto que ando en su voluntad?" Si usted es un cristiano recién convertido, una reacción semejante se puede aceptar. No obstante, para los que han pasado largo tiempo en el cuerpo de Cristo, tal respuesta suele ser una excusa para ganar terreno en un esfuerzo por seguir nuestra propia voluntad. Después de todo, si no sabemos la voluntad de Dios, ¿cómo es que nos va a echar la culpa si nuestras circunstancias se echan a perder? "Si Dios me hubiera revelado su voluntad antes de que me pusiera en aprietos, habría podido evitar tales dificultades." °Qué manera tan fácil de trasladar a Dios la culpa de nuestros errores!

En realidad, no es muy difícil saber la voluntad de Dios en el 99 por cierto de las circunstancias de la vida. Dios ha hecho cierto que sus hijos están rodeados de indicios de su voluntad. Jesús declaró que sus seguidores (usted y yo) ya no somos siervos sino amigos, porque nos ha revelado en términos claros lo que El está haciendo, por qué lo está haciendo y lo que espera de nosotros, sus seguidores (Juan 15:15). Nos dio su Espíritu Santo para guiarnos "a toda la verdad; pues no hablará por sí solo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de venir." (Juan 16:13)

Con tanta atención y dirección de Dios, ¿cómo puede ser tan difícil saber lo que Dios desea de nosotros? Las sendas de Dios no son imposibles a descubrir como fue el caso cuando Israel dependía de los profetas para revelarles la verdad de Dios. Tenemos las Sagradas Escrituras en su totalidad, y contienen miles de ejemplos de cómo Dios trata con los seres humanos, lo que es su voluntad, qué desea El de los seres humanos. Tenemos el Espíritu Santo para instruir nuestras mentes en cómo pensar de la manera de Dios, y tenemos el acceso directo a Dios. Jesús lo hizo una realidad. Ya no hay una cortina entre nosotros y el Lugar Santísimo. Tenemos que dejar de esperar fuera del santuario de Dios. El nos ha abierto la puerta. Ya es hora de entrar y hablar con nuestro Padre.

Por tanto, no tenemos excusa por no saber la voluntad de Dios, y tenemos que orar según su voluntad si deseamos recibir una contestación a nuestras oraciones. No obstante, hay aquel "un por ciento" de las veces cuando parecemos estar entre la espada y la pared, y parece imposible saber a cual sentido dirigirnos. Vale la pena hacer la pregunta, ¿cómo vamos a saber la voluntad de Dios en tales circunstancias.

Si usted ha agotado todas las opciones normales de tratar de determinar la voluntad del Padre -- el estudio bíblico, el consejo de aquellos que son sabios en la fe y la oración hecha en la forma normal -- y todavía no sabe qué hacer, existe aún una manera de descubrir lo que Dios desea de usted. Despliegue el vellón.

Despliegue el vellón

Usted probablemente recuerda la historia de Gedeón como se relata en Jueces 6, 7 y 8. Los israelitas abandonan a Dios después de la generación de Josué y se sumergen en la adoración de Baal. De resultas de su desobediencia, Dios les entrega a sus enemigos, los madianitas. Y, para dar énfasis a su disgusto, Dios también permite a los amalacitas y los pueblos del este a empobrecer a Israel. Después de varios años de esta opresión el ángel de Dios viene a Gedeón, quien está trillando su trigo en el lagar por temor a los madianitas, y el ángel le declara que Gedeón es un gran hombre de valor y que Dios expulsará a sus enemigos de la tierra de Israel por la mano de Gedeón.

Gedeón no se llena de gran gozo por esta oportunidad. Necesita ver pruebas de que Dios realmente le está hablando y que está hablando en serio acerca de lo que quiere que Gedeón haga. ¿Está enojado Dios cuando Gedeón le pide una confirmación? °De ninguna manera! De buena gana Dios cumple con su petición. Después de que el Señor le dice que tendrá que echar fuera a los madianitas y amalecitas, Gedeón le responde, "Si vas a salvar a Israel por mi mano, necesito una prueba de que estarás conmigo. Esta noche pondré el vellón sobre la era, y si por la mañana está lleno de rocío y el piso en derredor está seco, sabré que salvarás a Israel por mi mano" (paráfrasis del autor).

Bien, pues, todo se hace según la petición de Gedeón. Cuando se levanta por la mañana, el vellón está lleno de rocío, pero el piso en derredor está seco. ¿Resultó suficiente para Gedeón esta prueba? De ninguna manera. Tuvo la audacia a decirle a Dios, "Necesito una prueba más. Si esta noche haces que el piso alrededor del vellón esté mojado y el vellón seco, a la verdad sabré que salvarás a Israel por mi mano" (paráfrasis del autor). ¿Se enojó Dios de la audacia de Gedeón? Otra vez, no. Sin palabra de censura el Señor cumple con la petición de Gedeón nuevamente. Por fin éste acepta el hecho de que Dios realmente va a salvar a Israel por su mano.

Pero, lo que es más, sin petición de Gedeón, el Señor le da una confirmación adicional. Cuando Israel está a punto de invadir el campo de los madianitas y amalecitas, Dios le dirige a tomar su siervo y entrar de noche en el campamento de los enemigos de Israel donde los dos israelitas oyen relatarse un sueño de uno de los soldados madianitas. El sueño revela que los enemigos de Israel serán vencidos "por la espada de Gedeón". Entusiasmado por esta nueva confirmación, Gedeón dirige a los israelitas en ahuyentar sus enemigos.

El punto importante de esta historia: No le enfada a Dios tener que dar a su pueblo la confirmación de su voluntad. ¿Como padre, no estaría usted listo hacer cierto que su hijo entiendiera de su su voluntad? Si usted está cierto que su hijo no está evadiendo seguir sus instrucciones, usted tendría placer en aclarar su voluntad e instrucciones. Después de todo, en realidad no quiere que su hijo se meta en apuros. Desea más bien que tenga éxito en toda cosa que haga. Y, por cierto, desea que evite arruinar su vida.

En este respecto Dios no es diferente de usted, excepto que su amor a usted y su interés por su éxito son mucho más grandes que su preocupación por sus propios hijos. Así pues, si es menester que usted sepa su voluntad, siga haciendo sus peticiones y buscando la verdad hasta que la cosas estén bien claras. Y, si queda hasta una pisca de duda, pida una confirmación. Cuando se trata de saber lo que Dios espera de usted por lo que respecta a acciones y actitudes, tiene el derecho a esperar instrucciones claras y no ambiguas de Dios. Nunca se ha interesado por hacer misteriosa su voluntad a la humanidad; por lo tanto, pida y recibirá.

El silencio de Dios

Pero, ¿qué debe hacer en aquellas ocasiones en que usted está cierto que ha orado con fe, ha hecho todo lo que necesitaba hacer, y sabe que no está pidiendo nada fuera de la voluntad de Dios; no obstante, no recibe ninguna contestación? El amigo enfermo todavía está enfermo. No tiene ningún dinero, y tampoco hay la posibilidad de obtener un empleo. No recibió el cheque que se le prometió. Todos hemos pasado tales experiencias. En fe hemos hecho nuestra petición, pero Dios no nos está diciendo nada.

¿Qué hace usted en tales circunstancias? La mayoría no hace nada. Pues bien, nos quejamos un poquito y hablamos de nuestra "prueba de fe", pero al final, aceptamos el silencio de Dios con resignación estoica y suponemos que seguir pidiéndole una contestación demuestra una falta de fe. Por una razón inexplicable suponemos que tal fatalismo muestra un carácter bíblico y santo. Después de todo, Dios ama la impasibilidad, ¿no es cierto?

No esté muy cierto que el silencio de Dios sea su contestación final or que sea su "señal" a callarse. Si usted ha hecho todo correctamente y ha hecho sus peticiones en fe, considera que su silencio es un convite a acercarse a El y hablarle acerca de sus preocupaciones. Cuando se trata de una cuestión de su fe, es completamente normal querer saber por qué no está "retornando sus llamadas." Si ha orado en fe, persista en preguntarle a Dios por qué su contestación es "no", o por qué no le ha contestado. A la verdad, Dios quiere comunicarse consigo porque es usted su amigo e hijo. "Clama a mí, y te responderá, y te enseñará cosas grandes y dificultosas que tú no sabes" (Jeremías 33:3). Por eso, ore sin cesar hasta que se sienta cierto.

Hay algunos que dirán que tanta persistencia en buscar la atención de Dios es una falta de fe, pero la verdad es que la Biblia está llena de ejemplos de tal persistencia. Y, aquellos que han sido persistentes con Dios han sido galardonados con su amor y favor.

¿Se acuerda usted de la historia de los dos ciegos que se sentaban cerca del camino cuando Jesús subió de Jericó? Clamaban por que Jesús les tuviera misericordia, pero la muchedumbre que seguía a Jesús trató de silenciarlos. ¿Cómo reaccionaron los ciegos a las amonestaciones de la muchedumbre? Clamaron a voz en cuello. Su persistencia impresionó tanto a Jesús que les tuvo compasión y sanó su ceguera (Mateo 20:29-34).

Imagínese la historia del mundo si el patriarca Jacob había dicho, "Bien, me rindo", cuando el Señor le dijo soltarle. Génesis 32:24-29 relata el partido de lucha más importante en la historia de la humanidad. Jacob lucha con una persona a quien identifica como Dios; los dos luchan hasta el amanecer. Mientras raya el alba, el Señor dice a Jacob, "Déjame, que raya el alba". Aunque está herido y probablemente muy fatigado, Jacob le responde, "No te dejaré, si no me bendices" (ver. 25). El Señor no se enoja de la persistencia de Jacob. Más bien, le galardona porque le gusta su actitud. "Y bendíjolo allí" (ver. 29). Revela este pasaje que Jacob manifiesta claramente su fe por su persistencia. Porque está listo tratar activamente con Dios, recibe una bendición. Por otro lado, si con resolución estoica había rehusado luchar con Dios, no habría habido nunguna bendición. Es cierto que encontramos en la lucha de Jacob el significado de la declaración de Jesús, "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los valientes lo arrebatan." (Mateo 11:12)

Tenga en cuenta que Jesús nos dice presentar nuestra causa ante el Padre con persistencia inagotable hasta que recibamos su favor. Jesús nos declara que debemos ser semejantes a la viuda ante el juez injusto (Lucas 18:1-8). Declara, "¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea longánimo acerca de ellos?" (ver. 7). En otros términos, aunque Dios no nos conteste inmediatamente, nos contestará si no desmayamos. Su persistencia es una prueba de su fe.

Cuando Dios no le oirá

Se ha escrito muchos renglones en este artículo para explicar lo tanto que Dios quiere gozar de una comunicación íntima consigo, su hijo. Pero, todos sabemos que hay veces cuando no vale la pena hacerle petición, porque no nos oirá. Una de éstas es cuando estamos pecando y lo sabemos. Si usted está pecando y no se da cuenta, El hará todo lo posible para hacerle saber que está en el error y que necesita abandonarlo. Hasta le dará ayuda adicional para liberarse del pecado. No obstante, si se ha estado comportando de una manera obviamente errónea y se da cuenta de que es contraria a su voluntad y resiste tercamente abandonar tales prácticas, no busque una contestación a sus oraciones porque la contestación ya es "no". Dios no oye a los pecadores (Isaías 59:1-3). Claro está que si un pecador se arrepiente, hay mucho regocijo en los cielos, y es cierto que Dios ayudará a tal persona porque el arrepentimiento de un pecador es lo que busca Dios. Así que si le remuerde la conciencia respecto de una cosa que ha estado haciendo, probablemente es Dios que le está diciendo cesar y desistir. Unicamente después de esto puede tener la confianza que Dios oirá sus peticiones. Después de todo, ¿cuál padre dará favores a su hijo si éste rehusa hacer caso de las instrucciones de su padre. Es tan simple como esto.

Otra clase de comportamiento que a Dios le disgusta es la actitud de no perdonar. Jesús puso bien en claro que aquellos que resisten perdonar no deben esperar recibir el perdón de El. "Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14-15). La razón por esto resulta bien obvia cuando lo pensamos. Cuando Jesús se sometió a la tortura y muerte, pagó el precio de obtener el perdón de Dios para usted. Ahora, usted no tiene que morir por sus pecados. ¿Si de buena gana hizo todo esto para que usted pudiera recibir el perdón de Dios, no debe usted estar listo ofrecer el perdón a otros? Comparado con lo que hizo Jesús por usted, el perdón que usted ofrezca a todos los que le han hecho mal es una cosa verdadera pequeña. Por tanto, no medite en las crueldades y ofensas que ha sufrido a las manos de otros. No permita que el sol se ponga sobre su enojo; tal actitud dará entrada al diablo a su vida (Efesios 4:26-27). Haga las paces cuanto antes, reconcíliese con otros cuanto le sea posible, y perdone a otros hasta setenta veces siete (Mateo 18:22).

Hay otra manera de garantizar que no recibirá la atención que de Dios desea. Se trata de la arrogancia u orgullo. Si bien el orgullo o arrogancia se puede categorizar como pecado, revela una actitud que a Dios es tan ofensiva que usted pudiera hacer correctamente todo lo demás en su vida y encontrarse opuesto por Dios si es orgulloso. "Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes." (Santiago 4:6). De hecho, de todas las cosas que a Dios le son más detestables, la arrogancia es la primera en la lista "Seis cosas aborrece Jehovah, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos... " (Proverbios 6:16-17). Le disgusta a todo padre razonable cualquier manifestación de orgullo o arrogancia en sus hijos y para Dios no es diferente. Por tanto, examine su actitud. Asegúrese que no está manifestando una actitud de superioridad hacia otros. Haga cierto que estime al prójimo como superior a sí mismo (Filipenses 2:3-4). Es decir, prefiera satisfacer las necesidades de otros antes de las suyas. Esto es el mejor antídoto al orgullo.

Hay mucho más que se podría decir acerca de las acciones y actitudes que obstaculizan la comunicación entre nosotros y nuestro Padre, pero la mayoría de los problemas que nos carean encajan en las tres categorías mencionadas: el pecado, el no perdonar y el orgullo. Por esto, haga lo que el apóstol Pablo nos amonesta (2 Corintios 13:5). Haga cierto que el canal de comunicación a Dios quede abierto.

Un Consejo malo acerca de la oración

Hasta ahora hemos hablado mucho de nuestra manera de relacionarnos con Dios y cómo esto afecta nuestra capacidad para orar efectivamente. Se ha escrito y proclamado mucho desde los púlpitos acerca de fórmulas de oración. Algunos declaran que existe una fórmula efectiva de intercesión o de sanar a los enfermos. Hay fórmulas de oración para dar alabanza y efectuar imprecaciones. Ha habido un diluvio de palabras escritas acerca de las palabras que empleamos y cómo éstas deben ser ordenadas para que "Dios nos tendrá que dar" nuestras peticiones.

No obstante, hay una cosa importante que se pasa por alto en la teología de fórmulas de oración: No estamos tratando con una computadora. Estamos tratando con una persona -- Dios. No somos un grupo de brujas quemando velas y mascullando incantaciones para conjurar algún demonio para llevar a cabo nuestros mandatos. Somos hijos que estamos aprendiendo cómo hablar con nuestro Padre.

¿Cuando niños, teníamos una fórmula fija para comunicarnos con mamí y papí, una que nos garantizaba que recibiéramos lo que quisiéramos? Claro que no. Más bien, nuestras conversaciones con nuestros padres estaban llenas de matices de comunicación que nunca se pronunciaban. Nuestras conversaciones seguían una línea que consistía en más que las palabras que se intercambiaban. El aire estaba cargado de emociones, actitudes, caras y gestos. Nuestra comunicación envolvía la totalidad de nuestro ser. °Qué ofensa creer que Dios puede ser llamado a llevar a cabo nuestras órdenes pronunciando un coro de palabras ensayadas y memorizadas! Nuestra habilidad a conocer a nuestro Padre y comunicarnos íntimamente con El toma mucho tiempo y atención. Aquellos que abogan por las "virtudes" de fórmulas de oración están tratando de encontrar el camino fácil a las riquezas. Quieren sacar las ganancias máximas de sus inversiones mínimas. No obstante, se puede leer en la Biblia desde el principio al fin que Dios ofrece favores a sus amigos, aquellos que le conocen íntimamente. Es posible que los que abogan por las fórmulas de oración sean los mismos a quienes declara Jesús el Juez, "Entonces yo les declararé: 'Nunca os he conocido. °Apartaos de mí, obradores de maldad!'". (Mateo 7:23)

La potencia de la oración enfocada

Cuando niños, probablemente orábamos, "Dios Padre, bendice a Mami y Papi, y protégenos con tus ángeles. Amen". Y, una oración semejante es suficiente para un niño. Después de todo, sabíamos muy poco del mundo y las personas que lo habitaban, y no se esperaba mucho de nosotros. Pero, desgraciadamente, muchos cristianos no progresan más allá de las oraciones de "bendice a mami y papi". Se excusa decir que sus oraciones tienen poco efecto y quedan aturdidos sin saber por qué.

Una de las claves más importantes a la oración efectiva es el enfoque. Claro está que este mismo principio es importante en cualquier empresa que hagamos. Resolver un problema matemático difícil requiere bastante concentración y atención para progresar paso por paso a través del problema hasta llegar a la conclusión correcta. La calidad de las creaciones de un carpintero maestro es igual a su destreza con sus herramientas, su atención a cada detalle y su determinación a producir una mesa o silla perfecta.

En las relaciones humanas prestamos la atención extasiada a los problemas y necesidades de las personas que amamos, pensando siempre en las posibiliadad de poder darles ayuda. Por el otro lado, cuando oímos del hambre en el Africa o la tasa de muertes por el cáncer, decimos "qué lástima", pero estas noticias pocas veces nos conmueven a hazañas de compasión y generosidad. Y, aun si respondemos a la necesidad de las masas hambrientas por medio de alguna agencia de ayuda, nunca tenemos la misma motivación personal para aliviar el sufrimiento de otros que cuando aquel "otro" es un amigo íntimo o un pariente.

Piense en estos ejemplos por lo que respecta a la oración. ¿Puede usted orar con el mismo fervor por alguna persona que no ha conocido jamás que por un querido hermano cristiano que está sufriendo una enfermedad severa u otra calamidad? Es dudable. Cuando oramos por otra persona, necesitamos bastante información específica para ser conmovidos a la compasión por aquella persona.

Cuando la Biblia declara que Jesús aprendió la obediencia por medio de las cosas que sufrió (Hebreos 5:8), es también una descripción de nosotros. Pues, cuando permitimos que Jesús viva en nosotros, llevamos su imagen y aprendemos mucho por medio de nuestros sufrimientos también. Las lecciones que aprendemos por medio del sufrimiento nos hacen más eficaces en nuestras oraciones. Cualquier persona que ha sufrido la agonía de un divorcio sabe de antemano lo que necesita un hermano o hermana en Cristo en circunstancias semejantes, y aquella persona puede intervenir eficazmente con Dios de parte del que sufre, quien de su parte probablemente no puede orar efectivamente a consecuencia de la turbulencia emocional en su vida.

De la misma manera, es más probable que aquellos que han sufrido una enfermedad severa pueden orar eficazmente por los enfermos. Las memorias de su propio sufrimiento aclaran en sus mentes las necesidades de los enfermos de una manera que los que no han estado seriamente enfermos no pueden comprender.

En cualquiera de las experiencias de la vida nuestro propio sufrimiento nos hace comprender las aflicciones de aquellos que tienen necesidad, y nuestra intimidad con ellos y nuestro deseo de su bienestar nos motivan a arrodiarnos de parte de ellos y "ponernos en la brecha" delante del Señor por ellos. La oración de intercesión (el interceder con Dios de parte de otro) se hace poderosamente eficaz cuando nos enfocamos de esta manera.

Conclusión

Claro que este artículo no abarca todo lo que se puede decir acerca de la oración. Hay algunos libros muy buenos y materia para estudiar disponibles en las librerías cristianas (y, desgraciadamente, hay también materia engañadora). Se espera que usted busque todas las avenidas que le llevarán a conocer más íntimamente al Padre y a su Hijo, Jesucristo. Ore a Dios y confíe en El para enseñarle a discernir entre lo vano y lo precioso. De hecho, si usted la busca activamente, su intimidad con el Padre y Jesucristo crecerá hasta el punto que podrá confiar en su dirección y ayuda más que aquellas de las "autoridades". No quiero decir con esto que usted deba botar sus libros y vaciar su cerebro a la puerta de la iglesia. Más bien, su relación íntima con Dios le permitirá someter cada idea a su autoridad final, porque usted lo conoce y entiende su voluntad. Es de esta manera que todo pensamiento se lleva cautivo para hacerlo obediente a Jesucristo (2 Corintios 11:5).

En esta exposición de cómo edificar una buena relación con nuestro Padre Celestial, se ha puesto mucho énfasis en cómo comprender a Dios y saber su voluntad. Pero, tan importante como entender su voluntad es hacerla. Se trata de una parte de nuestras vidas en que fallamos mucho. De manera semejante a como estamos más dispuestos a prestar atención a las solicitudes de nuestros hijos cuando observamos en ellos un deseo sincero de hacer lo que pidamos, Dios mismo es más accesible y generoso para con nosotros cuando le obedecemos. No obstante, es imprescindible enfatizar que nuestra obediencia no puede usarse por el propósito de evitar el castigo. Más bien, tiene que originarse en un deseo a complacer a nuestro Padre Celestial. La persona que obedece simplemente para evitar el castigo es la persona que no ha sido convertida por la bondad de Dios, y es su bondad (en vez de los fuegos del infierno) que nos lleva al arrepentimiento (Romanos 2:4). Desde el principio Dios ha puesto en claro que desea una relación que se basa en el amor en vez del temor. Es por medio de este afecto que llegamos a conocer el corazón de Dios y a obedecerlo con un corazón inteligente. Cuando le conocemos desde este punto de vista, tenemos la certeza que cualquier cosa que le pidamos en el nombre de Jesús, El nos oirá.

A través de toda la Escritura Dios revela el tipo de relación que desea tener con usted y cómo aquella relación producirá una comunicación íntima y efectiva con El. El le declara, "Echad sobre El toda vuestra ansiedad, porque El tiene cuidado de vosotros" (1 Pedro 5:7). Y, "... Porque yo sé los planes que tengo acerca de vosotros, dice Jehovah, planes de bienestar y no de mal, para daros porvenir y esperanza. Entonces me invocaréis. Vendréis y oraréis a mí, y yo os escucharé.Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis con todo vuestro corazón" (Jeremías 29:11 -13). Y, "... Más bien, alábese en esto el que se alabe: en entenderme y conocerme que yo soy Jehovah, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra. Porque estas cosas me agradan, dice Jehovah". (Jeremías 9:24)

¿Por qué vacila usted? Entre osadamente ante el trono de gracia (Hebreos 4:15), y conozca a su Padre y preséntele sus peticiones, pues la intimidad que usted llegará a compartir con Dios es el secreto que le dará una contestación a cada oración.


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